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Teatro El Círculo |  120 años de emociones

Asociación Cultural El Círculo

El Círculo de la Biblioteca
Cuando el 24 de julio de 1912 se realizó el acto inaugural de la "Biblioteca Argentina", Juan Alvarez decidió amenizar el acontecimiento con la actuación de un conjunto de instrumentos, el cuarteto Fontova - Lopez Naguil - Sánchez Soler - Vilaclara, proveniente de Buenos Aires, que ejecutó un selecto repertorio de música de cámara. 

Al observar el éxito de dicha actuación el Dr. Ruben Vila Ortiz lanzó la idea de repetir periódicamente este tipo de reuniones y así, a los pocos días, circulaba en Rosario una tarjeta con el siguiente texto: "Invitamos a usted a la reunión que, con el objeto de constituir un Centro Artístico tendrá lugar el día 14 del corriente a las 6 P.M. en el local de la Biblioteca Argentina" Firmado: Camilo Muniagurria, Rubén Vila Ortiz, Rafael Araya, Juan B. Siburu, José Piattini López, Luis Ortiz de Guinea, Raúl Lagos, Julio Bello, Fernando Schleisinger, Tomas Arias y Juan Alvarez. 

La reunión mostró la factibilidad del proyecto. El escrutinio realizado
en el Palacio Municipal, el 25 de setiembre de 1912, dió como resultado la fundación de "El Círculo de la Biblioteca" y la constitución de su primera comisión directiva con Juan Alvarez (presidente), Luis Ortiz de Guinea (secretario-tesorero), Camilo Muniagurria (vocal 1º) y Rubén Vila Ortiz (vocal 2º). Recién el 24 de noviembre de 1913 se sustituyó esa denominación por "El Círculo", nombre con el que actualmente se la conoce. A través de los años esta señera Institución Cultural fue acumulando presentaciones artísticas de excepcional nivel, recibiendo visitas de grandes figuras de rango internacional.


La nueva sede
En los años que precedieron a 1943 las autoridades de El Círculo alentaron la idea de tener un local propio en el que la Institución pudiera desarrollar su actividad cultural en constante expansión. Justamente ese año se anunció la demolición del Teatro de "La Opera", noticia que causó conmoción en la ciudad. En la esquina de Laprida y Mendoza apareció un día un cartel que confirmaba la versión. Los dirigentes de El Círculo se movieron diligentemente y el 29 de abril de 1943 su comisión directiva acordó con la Sociedad Inmobiliaria Schaffhausen la compra del teatro, propiedad de Emilio O. Schiffner. Desde entonces no solo se contó con un edificio de valioso patrimonio histórico y arquitectónico, sino con un recinto específico para el mejor desenvolvimiento de las distintas actividades culturales tales como conciertos, óperas, ballet, conferencias, exposiciones de pintura y escultura, entre otras disciplinas artísticas. Se logra así una unidad institucional que en adelante se la reconocería como "Teatro El Círculo", que habría de figurar entre los más importantes coliseos de nuestro país.

La comisión directiva

Presidente

Vicepresidente

Secretario

Prosecretario

Tesorero

Protesorero

Vocales titulares




Vocales suplentes

Comisión revisora de cuentas titulares



Comisión revisora de cuentas suplente

Administrador

Esc. Guido Martinez Carbonell

Ing. Amadeo Lombardi

Dr. Miguel Ángel Milano

Dr. Esteban Lattuca

C.I. Héctor Delgado

Lic. Irma Cardonnet

Dra. Gilda Saccone
Arq. Carlos Zampettini
Lic. Magdalena Aliau

Dr. Alberto Abut

 

Sra. Maria Silvina Ortiz de Couzier

C.P. Martin Munuce

Sr. Enzo Gentile

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Dr. Omár Di Gerónimo

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Sr. Marcelo Aronna

Historia

Inauguración

El Teatro La Opera, así llamado por entonces (hoy Teatro El Círculo), se inaugura el 7 de junio de 1904 con la puesta en escena de la ópera OTELLO, de Giuseppe Verdi, significando un acontecimiento trascendental para la ciudad, tanto social como artístico. Desde su inauguración fue escenario de las más importantes compañías líricas del mundo, llegándose a representar una ópera por día. Muchas compañías europeas llegaban por barco directamente a Rosario, antes de presentarse en Buenos Aires y Nueva York. Una vez en el teatro, los salones y camarines de los distintos pisos, hoy ocupados por diversos emprendimientos (Estudio de Comedias Musicales, Academia de Ballet Clásico Ruso, Opera de Rosario) albergaban a los artistas munidos de baúles con vestuarios y enseres personales. Prolongadas estadías obligaban a algunos a venir acompañados por sus familias. Y allí transcurría la vida entre función y función. Se contaba entonces con peluquería, talleres de costura, zapatería, y todos los oficios relativos a las óperas ofrecidas. Para dormir, hoteles y pensiones cercanas, eran los lugares obligados.

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Un siglo de cultura y arte

Rosario daba a fin del siglo XIX una imagen nueva y pujante, sumándose desde un lugar de privilegio al proyecto de país ideal. Muchos de los italianos y españoles que habían llegado con la ola inmigratoria, encontraron en esta ciudad la prosperidad que venían buscando. Para representar y escuchar la música dejada en sus tierras lejanas, construyeron espacios como el Teatro "El Círculo" que jerarquizaba el nivel alcanzado.
 

En 1888 la Sociedad Anónima Teatro La Opera decide la construcción de un gran teatro lírico mediante un concurso de anteproyectos. Se otorga la obra a los Ingenieros arquitectos Cremona y Contri. Se inicia el edificio pero, por problemas económicos, se interrumpe cuando la construcción estaba en el primer piso. Abandonado. Sin destino preciso. Refugio de menesterosos. De sus laberintos y fosos nacerían historias misteriosas, la ciudad lo conocía como la Cueva de los Ladrones.

En 1889 el empresario Emilio O. Schiffner, con visión clara y objetivos comerciales, compra la Sociedad y concluye las obras contratando al Ing. alemán George Goldammer, especialista en acústica, quien rectifica los planos originales. La ejecución de la obra la lleva a cabo la empresa constructora Bianchi, Vila y Cía. Artistas de la talla de Luis Levoni y Beloti trabajaron en la yesería interior y exterior, así como en los frescos de la boca de escenario. Los magníficos frescos de la cúpula de la sala principal y el telón fueron obra de Giuseppe Carmignani, artista italiano que llegó a trabajar a nuestro país a fines del siglo XIX. Como curiosidad, este telón pintado con imágenes de la mitología griega, tiene uno con idéntica iconografía en el Teatro Regio de Parma, pero utilizando distintos colores.

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Condiciones Acusticas

Se destaca por la condición acústica de su sala principal como uno de los mejores del mundo. Esto fue corroborado y documentado por el célebre tenor Enrico Caruso en nota de fecha 22 de Julio de 1915, ocasión de su actuación en las óperas I PAGLIACCI y MANON LESCAUT:

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De mi estimación:

Antes de abandonar esta ciudad, me es grato manifestar, ya que ello ha de orgullecer al propietario de La Opera Don Emilio O Schiffner, que las condiciones acústicas de este Teatro son tan completas, que nada tiene que enviadiarle a los importantes coliseos del mundo que he visitado durante mi carrera artística, y en tal sentido es parecido al Metropolitan de New York. Lo saluda muy afectuosamente su atto. 

 

ENRICO CARUSO

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Restauración

A comienzos del año 1998, la Comisión Directiva de la Asociación Cultural “El Círculo”, bajo la presidencia del Dr. Guido Martínez Carbonell, se propuso encarar la recuperación edilicia integral del edificio, que por entonces se encontraba en un estado de deterioro indigno de su trayectoria. Coincidentemente se decidió recuperar y poner en marcha una actividad artístico-cultural que se proyectara en beneficio de Rosario pero también que devolviera al teatro el prestigio internacional ganado en el pasado, desde sus mismos inicios en junio de 1904 como Teatro “La Opera”. Hoy puede afirmarse con legítimo orgullo que aquellas metas propuestas se cumplieron puntualmente.

 

Con el primer objetivo, entre 1998 y 2004 se llevó a cabo la restauración y refacción de la totalidad de los baños del teatro así como también la de más de treinta salones donde originariamente funcionaban los talleres de los distintos oficios vinculados con la época de oro de la actividad operística, cuando el teatro recibía a las grandes compañías italianas que en muchos casos superaban holgadamente el centenar de personas (verdaderas comunidades móviles), y que arribaban en los vapores que realizaban la travesía oceánica. Dichos salones son ámbito en la actualidad de las actividades del Estudio de Comedias Musicales y del Ballet Clásico Ruso. Se procedió asimismo al arreglo y puesta en funcionamiento del telón de seguridad contra incendios; y se llevó a cabo el reemplazo del sistema antiincendio completo, con la colocación de una nueva bomba cisterna además de la provisión de conductos, mangueras y demás elementos, a lo que se sumó la instalación de un ascensor.

 

Durante el transcurso del año 2004, dos prestigiosos profesionales rosarinos, los arquitectos Matilde Luetich y Drazen Juraga –quienes realizaron las tareas en carácter ad honorem-, fueron designados para dirigir las obras de restauración y rehabilitación del teatro, fecha que coincidió con el centenario del teatro y su condición de sede de los actos principales del III Congreso Internacional de la Lengua Española. Bajo su ejecución se ejecutaron la siguientes obras: limpieza y pintura del frente y de gran parte del interior, hall de ingreso, escaleras, circulaciones, sala principal, pañol; revoques en foyer y pinturas total de salas anexas, repitiendo siempre los colores originales. Se reacondicionaron y retapizaron todas las butacas, cambiándose solo las de la platea alta. Se cambiaron cortinas, se limpiaron y repusieron los bronces de los herrajes y de las señalizaciones, se retapizaron los apoyabrazos de barandas y de separadores de palcos y se restauró parte de los pisos venecianos del hall de ingreso.

 

Por su parte, treinta y cinco estudiantes de la Escuela de Bellas Artes realizaron la restauración de la pintura decorativa, de las molduras, de los faltantes de yeso, de los frentes de baranda y techos de palcos, de la boca de escenario, de techos de escaleras y salas inmediatas al foyer. Todo se limpió y se fijo y solo se pintaron los faltantes.

 

Por último, el gran desafío: proveer de aire acondicionado al hall de ingreso, escenario, sala y foyer. Todo eso tratando de perturbar lo menos posible su estructura edilicia y su capacidad acústica. A todo lo anterior se le debe adicionar la concreción de trabajos varios como ser instalación de canaletas, membrana hidráulica, pulido de pisos, iluminación de fachada, revitalización y embellecimiento del Museo de Arte Sacro “Eduardo Barnes”, remodelación del patio de la casa anexa, etc.

 

La Municipalidad de Rosario por su parte, tuvo a su cargo una importante y significativa intervención en el espacio urbano inmediato, nivelando en la esquina calle y vereda y generando de ese modo un espacio que dio nuevo marco visual al edificio, mas acorde seguramente con el entorno original. La colocación de un adoquinado que devolvía al tramo de calle Laprida y Mendoza, ocupado por el edificio, la condición que el mismo ostentaba a principios de siglo, en la época de inauguración del Teatro “La Opera”, le dio a la vieja esquina parte de su escenografía de 100 años atrás. Pero también contribuyó sensiblemente a la disminución de las vibraciones producidas por el intenso movimiento vehicular sobre la mencionada arteria al hacer obligatorio un tránsito mas lento tanto de los automóviles como del transporte urbano de pasajeros que efectúa su recorrido por la misma. Salvo la mencionada intervención municipal, el resto de la puesta en valor fue posible, en un 90 por ciento, gracias al aporte económico de empresarios de nuestra comunidad; el 10 por ciento restante lo solventó el gobierno provincial, quien llevó adelante la gestión general de obtención de recursos. Todo ese arduo emprendimiento se realizó entre marzo y noviembre del año 2004, y participaron aproximadamente 120 personas, todas ellas respetuosas y contagiadas de la misma mística de preservación.

 

A partir de 2005 las obras continuaron sin descanso: arreglo de todos los techos del teatro por numerosas filtraciones; provisión de un sistema de calefacción por calderas de rendimiento rápido y económico; dotación de aire acondicionado a la Sala “Vila Ortiz”, Sala “Juan J. Trillas”, capilla camarines y nueva sala de reuniones; y ensanche del foso de orquesta para permitir la presentación de óperas con orquestación numerosa. Se concretó asimismo la recuperación de camarines en el segundo piso para albergar elencos numerosos; se procedió a la restauración de los tres principales pianos del teatro, importando piezas de los mismos; y la recuperación completa del techo del foyer, sus gargantas, yesería y dorado a la hoja; y elevación de butacas del sector tertulias y gradas, a fin de que desapareciera la visión dificultosa o nula de alrededor de cien asientos de dichos sectores.

 

Con esos trabajos el Teatro El Círculo aparece hoy plenamente recuperado y con todo el esplendor original, al que se suman los avances tecnológicos y técnicos vinculados al mayor confort de los espectadores.

La ópera en Rosario

Comienzos y tradiciones

La ciudad de Rosario posee una ininterrumpida tradición operística de más de un siglo y medio ( la primera ópera completa se representó en 1857 en el Teatro de la Esperanza ). Una historia sostenida con titánico esfuerzo por varias generaciones de artistas, empresarios y aficionados que a lo largo de los años hicieron posible que este difícil y costoso arte se siga representando en la ciudad, más allá de las modas, los fluctuantes avatares económicos y la reticente ayuda oficial.

 

Desde finales del siglo pasado, Rosario se configuraba como una pujante ciudad agro exportadora que recibía enormes contingentes de inmigrantes europeos. Los empresarios vislumbraron el filón que significaba el sustancial aumento de público, y las grandes compañías líricas (sobre todo italianas) incrementaron las visitas a nuestras costas. Las barracas y pequeños teatros de la ciudad (viejo Olimpo, Politeama ) se tornaron insuficientes e inadecuados para llevar a cabo espectáculos operísticos, lo que motivó la construcción de nuevos espacios.

 

El año 1904 marcó un hito en la historia del arte local. Se inauguraron en Rosario dos magníficos coliseos especialmente acondicionados para el espectáculo lírico: el Teatro La Opera (hoy El Círculo) y el Teatro Colón (irresponsablemente demolido en los años cincuenta). Años más tarde se les agregaría el Teatro La Comedia y el Odeón (actual Auditorio  Fundación).
 

En estos escenarios se desarrollaron las más antológicas funciones, inimaginables hoy en cualquier teatro de provincia. Basta enumerar algunas de las celebridades que se presentaron: Luisa Tetrazzini ( diva cuyo carruaje fue empujado a pulso por una fervorosa multitud de admiradores desde el hotel hasta la Estación Rosario Central ), Rosina Storchio, Titta Ruffo, Bernardo de Muro, Elvira de Hidalgo, Enrico Caruso ( en una inolvidable función de I PAGLIACCI, en la cual, según los investigadores, se llegó a "alquilar" por turnos un agujero del decorado para verlo cantar), Gabriela Besanzoni, Tito Schipa, Amelita Galli Curci, María Barrientos, Carlo Galeffi, Claudia Muzzio, Giácomo Lauri Volpi, Miguel Fleta, Lily Pons y Beniamino Gigli, entre la inmensa pléyade de ilustres visitantes.

 

También el Rosario del primer cuarto de siglo supo de rarezas y singulares privilegios musicales: aquí se realizó el estreno nacional (no oficial) de "TOSCA", de G. Puccini, Pietro Mascagni dirigió su ópera "ISABEAU", y Saint Saens hizo lo propio con su "SANSON y DALILA".

 

Asimismo, esta ciudad fue y es un notable semillero de artistas líricos. No pocos alcanzaron relieve internacional, entre ellos podemos citar a Adelaida Saraceni, Felipe Romito, Antonio Carrión, Blanca Rosa Baigorri, José Cura.

 

Desde la última posguerra mundial, razones económicas y culturales contribuyeron a la decadencia (aunque no a la extinción) del género en nuestro medio. Las grandes representaciones se fueron haciendo cada vez más esporádicas, suplidas muchas veces por versiones de concierto integrales. Un esfuerzo sin duda válido, pero carente de algunos de los fuertes condimentos que han hecho de la ópera la más compleja de las artes, ya que nuclea la música, el canto, el teatro y la danza.

 

A diferencia de otras ciudades argentinas, Rosario nunca dispuso de elencos de ópera estables rentados por el Estado. La mayoría de las puestas corrieron por cuenta y cargo de instituciones privadas y arriesgados empresarios, los cuales contaron con el concurso de notables profesionales locales (cantantes, coro, orquesta y directores), así como por invitados del Teatro Colón y Argentino de La Plata y, en muchos casos, figuras internacionales de países vecinos.

 

Pero la música era sólo una parte del espectáculo, ya que construir escenografías, confeccionar vestuarios y conseguir utilería fue parte del enorme desafío asumido por un desinteresado grupo de artistas y colaboradores rosarinos, empeñados en mantener viva la llama lírica en las últimas décadas.
 

En procura de solucionar estos problemas recurrentes, y en virtud del interés demostrado por el público y la crítica de nuestra ciudad hacia el incipiente movimiento operístico, a partir de 1990 toma cuerpo el proyecto del Sr. Marcelo Aronna y la Sra. Adriana Acosta: “conformar un grupo orgánico de profesionales del arte con la finalidad de volver a ofrecer temporadas de ópera en la ciudad de Rosario”. Al impulso de estos precursores no tardaron en sumarse los Mtros. Rubén Coria y Rubén Botta, e instituciones como la Asociación Cultural El Círculo y el Coro Lírico Pía Malagoli. 

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Con la incorporación de Rubén Botta, y el invalorable apoyo brindado por el Dr. Hermes Binner, en ese entonces intendente de la ciudad de Rosario, en 1999 se decide constituir oficialmente la entidad Ópera de Rosario, que contaba con el respaldo de la Fundación Banco Municipal y el auspicio de la Municipalidad de Rosario. Con la ayuda económica de la Municipalidad se vivieron años pujantes que permitieron presentar una temporada operística de hasta tres títulos anuales. Lamentablemente posteriores intendencias no tuvieron el mismo interés en apoyar el género lírico y poco a poco la Opera de Rosario dejó de contar con el aporte de la Municipalidad.

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Sin embargo, y gracias a la colaboración de la Asociación Cultural El Círculo, la ópera de Rosario pudo seguir adelante, y a su vez la principal sala de la ciudad continuó con su tradición operística. Así la Opera de Rosario pasó a tener su sede en el Teatro El Círculo, y las producciones comenzaron a formar parte de su programación.

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A fines del año 2006, y debido a la renuncia del Mtro. Rubén Coria, como director del Coro Lírico Pía Malagoli, agrupación que desde el año 1940 participaba en conciertos y representaciones de óperas en la ciudad y localidades del interior, la Opera de Rosario decide formar su propio coro. Es así que en el año 2007 se crea el Coro de la Opera de Rosario, proponiéndose para la dirección al Mtro. Horacio Castillo, su actual director, con sede de ensayos y presentaciones en el Teatro El Círculo.

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