En esta propuesta de concierto, se revela un arco emocional y estilístico que abarca desde el juego neoclásico de Edvard Grieg hasta el lirismo introspectivo de Dmitri Shostakovich y el apasionado espíritu camerístico de Piotr Ilich Tchaikovsky. La Suite Holberg, op. 40, de Grieg se despliega como una delicada ironía barroca recreada en lenguaje romántico: el Praeludium vibra con una energía luminosa, casi galante; la Sarabande ofrece un respiro introspectivo y noble, mientras que el Air, profundamente religioso, parece suspender el tiempo. Su cierre con el Rigaudon revive la danza con brío, reafirmando el juego entre forma antigua y sensibilidad moderna.

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El contraste es inmediato con la Chamber Symphony op. 11a de Shostakovich, transcripción de su Cuarteto N.º 8, obra escrita bajo la sombra de la desesperanza. El diálogo tímbrico entre las cuerdas enfatiza su carácter autobiográfico, donde cada Largo se transforma en eco de lo inefable, y el Allegro molto estalla como una marcha mecánica que roza la violencia. Shostakovich escribe desde el abismo, y lo que se escucha no son solo notas: son memorias, heridas, ironías soterradas.

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La segunda parte, con el Souvenir de Florence de Tchaikovsky, es un retorno a la luminosidad melódica. Esta versión para conjunto de cuerdas realza el virtuosismo y la riqueza de texturas de una obra nacida del amor por Italia, pero también del deseo de expansión sinfónica. El Allegro con spirito y el Allegro con brio abrazan el vigor y el impulso danzante, mientras que el Adagio cantabile se convierte en uno de los momentos más líricos del repertorio camerístico, de una belleza profundamente rusa y universal.