Dirección musical
Horacio Castillo
Dirección escénica
Sebastián Núñez
Escenografía
Sebastián Nuñez
Walter Gonsolin
Vestuario
Ramiro Sorrequieta
Liza Tanoni
Intérpretes
Dido
Carla Curia
Eneas
Esteban Aranguiz
Belinda
Morena Sánchez Mastrangelo
Hechicera
Luchi De Gyldenfeldt
Confidente - Bruja I
Celina Cordoba
Bruja II
Natalí Dall Colle
Espíritu
Romina Amoruso
Marinero
David Laborie
Orquesta y Coro
Ballet Clásico Ruso de Rosario
Directora
Tatiana Fesenko
Argumento
Acto I – El amor nace en Cartago
En el palacio de Cartago, la reina Dido aparece sumida en la tristeza. Aunque su reino prospera y es admirada como soberana, en su interior se siente atormentada: teme que ceder al amor la haga perder autoridad y dignidad. Su doncella Belinda y el coro de damas intentan animarla, sugiriendo que entregue su corazón al príncipe troyano Eneas, héroe errante que, tras huir de Troya, encontró refugio en sus costas. Eneas llega al palacio y declara su afecto por la reina. Aunque al inicio Dido se resiste, temiendo las consecuencias políticas y personales, finalmente cede y acepta. El acto concluye con un ambiente de júbilo general, sellando la unión de ambos como esperanza de prosperidad para Cartago.
Acto II – La conjura de las fuerzas oscuras
El escenario cambia a una cueva, morada de la Hechicera, figura central del mal. Rodeada por sus brujas, maquina la destrucción de Dido, a quien envidia y desprecia. Sabe que la felicidad de la reina es frágil y decide quebrarla con engaños. Para ello, envía a uno de sus espíritus disfrazado como Mercurio, mensajero de los dioses, con la misión de convencer a Eneas de que debe abandonar Cartago y continuar su destino en Italia, donde está llamado a fundar una gran nación. Mientras tanto, Dido y Eneas disfrutan de una cacería en el campo. Una tormenta, conjurada por la Hechicera, los separa. El falso Mercurio se aparece a Eneas y le transmite la “orden divina”. Aunque el héroe se debate entre su amor por Dido y su deber con los dioses, termina convencido de que debe marchar. La intriga avanza hacia la tragedia.
Acto III – Despedida y tragedia
La acción se abre en el puerto de Cartago, donde los marineros troyanos celebran con cánticos y danzas la inminente partida. Desde las sombras, la Hechicera y sus brujas se regocijan: saben que la marcha de Eneas quebrará el corazón de Dido y traerá la ruina al reino.
En el palacio, Eneas comunica a Dido su decisión de irse. Ella lo acusa de traicionar su amor y rechaza sus justificaciones, aun cuando él, movido por el remordimiento, ofrece quedarse. Para Dido, ya es demasiado tarde: la confianza está rota. La reina proclama su decisión de morir antes que soportar el abandono y la humillación. En una de las páginas más célebres de la ópera barroca, Dido entona su lamento final, “When I am laid in earth”, donde pide ser recordada no por su dolor, sino por la nobleza de su espíritu. Tras la dolorosa aria, Dido expira, mientras el coro de damas cierra la obra con un lamento fúnebre que consagra su memoria.
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Duración estimada: 60'
El deseo, la pasión y el abandono
por Magdalena Aliau
Se basa en el libro IV de La Eneida de Virgilio, obra épica que el emperador Augusto le había encargado al poeta y que narra el peregrinaje del héroe troyano Eneas para fundar Roma. Es en este libro IV donde Dido, la reina de Cartago, se convierte en una de las grandes heroínas trágicas de la literatura, al enamorarse perdidamente de Eneas. Alentada por su hermana, abrasada por la pasión amorosa y con la complicidad divina -las diosas Juno y Venus en el texto de Virgilio, la maga y las hechiceras en la ópera- Dido no puede resistir la tentación de unirse a él. Una ocasión basta: una jornada de caza, una tormenta que separa a Dido y Eneas de los suyos y en medio del aguacero mezclado con granizo ambos se unen en una gruta. Eneas se deja amar, mientras ella reviste este hecho, el ardiente e irrefrenable deseo, con las características del himeneo. Ella no oculta su pasión, le da el nombre de matrimonio para disfrazar su culpa, y como el caballo ferox que monta se anticipa su muerte inevitable. Las furias se encargan de distribuir lo sucedido, mientras en el texto virgiliano el mismo Dios Júpiter manda a Mercurio, su mensajero, para que interpele a Eneas con rudeza llamándole uxorius, dominado por una mujer, cuestión que en la ópera no aparece. El héroe debe cumplir con su destino, el epíteto que lo acompaña es pius, piadoso, aquel que cumple con el deber con su familia, con sus conciudadanos y con los dioses. El mandato del destino, el fatum, es que Eneas debe dirigirse a fundar Roma. Dido percibe su partida y prepara lentamente su propia muerte, incapaz de raciocinio ya que está poseída por el furor, el desborde más extremo de la razón, el deseo y la pasión. Hacia el final la acción se va enrareciendo pero, mientras el texto escrito refleja en su sintaxis desordenada el desborde de la protagonista, oímos en la ópera la desesperación del personaje, la muliebris impotentia, la impotencia femenina, señalada magistralmente con el obstinato, la repetición persistente de un fragmento musical, simbolizando la irrevocabilidad de la pérdida, la desesperanza y el dolor; el repiqueteante, tremendo y demente dolor por la pérdida de aquel a quien ama, que provoca esa maravillosa página musical que es el lamento de Dido, yendo hacia la muerte, consumida por el deseo inalcanzado y el abandono de Eneas.
Henry Purcell es el primero de los grandes músicos que moldearán la música inglesa hace 350 años. La ciudad se recupera de la guerra civil, la peste y el incendio. Gran Bretaña, el Reino Unido, comienza a tomar forma en la vida política a fines del siglo XVII. Purcell nace un año después de la muerte de Cromwell, en 1659, cuando la monarquía es restablecida y surge una sociedad más estable. Podemos decir que es hijo de la restauración de 1660, con el colapso del parlamento y la restauración de la monarquía, que marcará una nueva sociedad más racional, después de 150 años de rebeliones políticas y sociales, con la valoración de la iglesia, el rey y el Estado. Un incendio, en septiembre de 1666, acaba con toda la parte vieja de la ciudad. Es realmente una inmensa devastación y la nueva ciudad es reconstruida sobre las cenizas: nuevos bancos, la catedral de San Pablo, los primeros mercados de acciones que van a marcar esa capacidad comercial del Imperio Británico. Una de sus primeras grandes obras muestra la capacidad de la música de traer orden al mundo: Salve gloriosa Santa Cecilia, obra barroca donde la sociedad y la música muestran un mundo bien ordenado, con Carlos II gobernando, donde Purcell es el organista de la capilla del Rey y vitaliza el repertorio de la iglesia anglicana, dándole espiritualidad a la música.
El llamado Shakespeare de la música y apodado también el Orfeo Británico, miembro desde los ocho años del coro de la capilla del Rey, comienza a componer a los 18 años y podemos decir -sin equivocarnos- que nació, vivió y murió en Westminster. Sus obras están ligadas a lo sagrado, al rey y a las ceremonias del Estado, pero también compuso más de 200 canciones con temas de tabernas y de la vida cotidiana. A los 23 años ya es el organista de la Abadía de Westminster y en 1689, aproximadamente, compone su única ópera: Dido y Eneas, cuya área más famosa es el Lamento de Dido y su libreto, basado fundamentalmente en el libro IV de la Eneida de Virgilio, pertenece a Nahum Tate, un irlandés conocido en la época por haber dado un final feliz a varias obras de Shakespeare. Purcell muere en 1695, a los 36 años, acompañado por la fama. Está enterrado en la abadía de Westminster, debajo del clavicémbalo que tanto tiempo tocó. Su epitafio dice: Aquí yace el honorable Henry Purcell quien dejó esta vida y ha ido al único lugar bendito donde su armonía puede ser superada. Para aquellos que crean que no lo conocen, los músicos Granaderos de la Guardia del Palacio de Buckingham repiten constantemente sus marchas.

Horacio Castillo
Director musical
Cursó las carreras de Composición, Piano, y Piano de Cámara en la Escuela de Música de la U.N.R. Realizó estudios de dirección orquestal y coral. Desde su formación en el año 2007 es Director del Coro de la Opera de Rosario. Además, director artístico del Estudio de Ópera del Teatro El Círculo, orientado a la formación de jóvenes profesionales en el campo de las artes líricas. Desde 1991 al 2007 fue preparador del Coro Polifónico de la U.N.R. bajo la dirección de Francisco Maragno. Es docente de las Cátedras de Repertorio de canto lírico y de cámara, Literatura Operística y Literatura de canto de cámara en la Escuela de Música de la UNR; Docente de Repertorio y Análisis Musical en la Escuela de Música de la UADER Paraná.

Sebastián Núñez
Director escénico
Nacido en Rosario, comenzó su formación artística en 1990 en coros como el Coro Estable de Rosario, abarcando repertorios clásicos y populares. Estudió actuación y dirección teatral en la Escuela Nacional de Teatro y Títeres de Rosario. Se graduó del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón (ISATC) en Dirección Escénica de Ópera y Escenografía en 2005. Ha trabajado con destacados directores y en numerosas producciones, incluyendo ópera y teatro musical. En 2012, fue asistente de dirección de la zarzuela Luisa Fernanda en el Teatro El Círculo. Posteriormente, cursó un postgrado en Gestión Cultural en la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Actualmente, es codirector en Práctica Escénica del Estudio de Ópera del Teatro El Círculo, aportando al género lírico y operístico de la ciudad.
